Todo es de polvo, soledad y ausencia.
Todo es de niebla, oscuridad y miedo.
Todo es de aire, balanceo inútil,
sobre la tierra.
Manos vacías que acarician viento,
ojos que miran sin saberse ciegos,
pies que caminan sobre el mismo trecho
siempre de nuevo.
Vemos sin ver y en la tiniebla estamos.
Somos y somos lo que no sabemos.
Hay en nosotros de la llama viva
sólo un reflejo.
Caen los días en otoño eterno.
Pasan las cosas entre suelo y sueño.
Llega la noche de la muerte. Y calla
nuestro silencio.
De "Límite humano"
En "Movimientos insomnes"
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