Cuando ya sólo quede de mi pie
el eco en las aceras
cuando de mis ojos sólo la torre
que miraron
y de mi lengua ni una palabra girando
en un oído
cuando sólo los signos escritos en el aire
por mis manos
cuando en el mar sólo el perdido golpe
de las olas
y de esta lágrima no quede rastro
en la memoria
todavía tú, amiga, que me esperas
más allá de este tiempo
encontrarás mi enojo,
mi enojo porque han vuelto
tan inútil este mundo.
París, 1947
De "Cristales de tiempo"
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