Permanezco encerrada en mi castillo.
La hulla del guisante en mi costado.
Flores preciosas se despeñan acantilado abajo
sin que nadie las corte con la espada.
Dragones melancólicos pasan junto a mí puerta
y en un rincón del patio se amontonan
el huso y la manzana, el espejo y la llave
y entre las zarzas brilla el cristal de un zapato.
De "Estancias prohibidas"
No hay comentarios:
Publicar un comentario