Has venido, mirlo joven,
a señalarme con tu blanco sonido
el camino que, entre tanta encrucijada,
me parece más correcto.
No cese tu compañía.
Que mis oídos hagan sendero
silente a tu ensueño.
No me despierte otro arrullo nunca.
De "Muchacha con mirlo en las manos"
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