Oh rayo inmenso, desierta flor que caes como el mar en la noche,
sin protección y ya perdida hace un sueño,
hace un paisaje de pequeños dientes rodando en la batalla.
En tu justa morada bajo tierra,
bajo los cabellos infinitos del alba,
allí donde despierta una mujer con pulso de violín,
de escoba o de serpiente,
allí, nítidamente flor, te desnudas inviolable,
casi pájaro con tu perfil de arena,
bajo tus ojos de alimento marino.
Toca vivir ahora con el ídolo que madura frente a tu pecho,
semejante a tu propia caricia,
a tu eternidad de astro.
Y no será posible ver,
no se ha de contemplar tu luz endureciendo el agua
ni tu dorada saliva subiendo hasta la última sombra del día.
De "Ese puerto existe"
De "Poesía completa"
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