III
Voz que siento surgir como una espina
y retorcerse luego, como llama;
que quieres verdecer como una rama
pero hielas tu savia, y no germina.
Ah, trasciende de mí, sin disciplina:
vuélcate en la tormenta cuando brama:
no defraudes al eco que reclama
tu resonar de alerta en la neblina.
Voz que quieres cantar, y te detienes,
voz que quieres gritar y te contienes,
oscura voz de todas las mujeres.
No; ya no te retengo. Ya no lucho,
inútil voz que yo tan sólo escucho:
brota de mí. Y contra mí, si quieres.
De "Sonetos"
En "Antología del amor"
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