Deleite cuya esencia en Dios germina,
con belleza sublime y generosa
vino al mundo en la brisa rumorosa,
en el ave de gracia peregrina,
en el mar sollozante, que reclina
sus espumas en playa rumorosa,
en el río, en la fuente bulliciosa...,
y el hombre oyó su música divina!
Al verse prisionero de su encanto
quiso rendirla en inmortal querella;
le dió la inspiración su fuego santo,
su corazón ferviente puso en ella,
y del amor en el augusto manto
floreció entre las artes, la más bella.
En "Safo en Castilla"
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