Depuso lo mortal, buscó dichosa
esfera superior con veloz paso
la Musa, que imperando en el Parnaso,
música investigó más sonorosa.
Por ser, si bien humana, excelsa Diosa,
tanto extrañó su Sol terrestre ocaso,
que dejando las aguas del Pegaso,
al Cielo renació portentosa.
Las Musas, que con dulce melodía
lloran de tanto bien la eterna ausencia,
transformen la tristeza en alegría.
Que Bernarda, deidad de la elocuencia,
si Musa suspendió con su armonía,
estrella obligará con su influencia.
En la antología "El canto de la décima Musa.
Poesías del Renacimiento y el Barroco"
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