La dama fantasmal se posa en el espejo
como un ave de silencios y de nubes.
Trae en cada verso un anillo de tristeza,
una sombra de lejanía en la palabra.
Es sólo un gris de lluvia rezagado,
una silueta remota de otra imagen,
pero hiere mientras cruza la memoria
y escribe su nombre en lugares indefensos.
De "Los labios de la luna"
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