No sé cuándo las horas me abrirán la morada
donde abril mueve el aire sus frondas de rocío.
El sosiego y la noche velarán en mi almohada,
los miedos susurrantes cavarán en mi frío.
Acaso en tibia tarde o en radiante alborada
mi dolor como un ave cruce el cielo de estío
y mi palabra sea sólo piedra gastada
en el secreto cauce se un invisible río.
Temblorosa gacela de soles sorprendida
qué misterios penetran por mi sangre y mis huesos
esta rara tristeza de pequeños sucesos,
de rostros en el huno con su estrella perdida?
(Y la vida sus husos, de verano a verano,
devanando sin prisa al calor de mi mano).
De "Vitral del tiempo"
En "Tierra de secreta transparencia"
No hay comentarios:
Publicar un comentario