Me soñaba una ninfa entre las ondas
verdosas, bajo el tul de la arboleda,
que se extendía, en un dosel de seda,
sobre las aguas mágicas y hondas.
Tu impaciencia alejábate a las frondas
umbrosas, para luego, en una queda
ansiedad, retornar entre la leda
sombra de las aucáridas redondas.
-Sal del baño!- imploraste. y ya en la arena
me quitaste la capa y fue serena
la visión de mi cuerpo rosa-té.
Sentí frío, de nuevo me cubriste,
pero quedó en la sombra de amatiste
como un sensual olor de salomé.
De "Las lenguas de diamante"
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