Del fondo de qué lago, de qué fétida sima
salieron estos monstruos?
Acaso, como antaño, de la mente
de un Goya atormentado?
De nuevo, si pudieran,
romperían el alma de Miguel y Federico.
Quemarían los libros,
prohibirían los besos.
Amos de la verdad, de la decencia
comprarían magistrados y obispos,
dictarían el largo de la falda, la hora de dormir,
el número de hijos
y el humo y el amor "como es debido".
Creímos que todos habían muerto
pero tan solo estaban escondidos,
acumulando bilis,
recobrando el resuello.
De "Estancias prohibidas"
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