Desesperada aquí, clavada aquí,
negada a los inútiles abanicos
soltando negros pájaros desde mi isla limitada
estoy desenterrando el llanto de todas las campanas.
La angustia convoca las gargantas.
Es el día de la cólera, del grito, del brazo derrumbando las estatuas sin fuego,
el día que nos pide la palabra y la vida.
-Mis paisajes hunden cielos de horror bajo las lágrimas.
Aquí desesperada, aquí en mi isla limitada
me socava el gemido y la furia:
es el día del crimen!
La luna roja, fría, se levanta
desde miles y miles de ojos niños
ya para siempre sorprendidos.
Ayer en los parques, en las plazas,
rodando sus aros -mundos- al futuro
la infancia instalaba júbilos en palomas.
Hoy, lentos ríos oscuros conducen al lamento de España por sus niños.
Eran la miel, la risa, la mañana,
la próxima ciudad para el destino.
Siglos y siglos despertando abrían
su flor en aguas de sus pechos puros.
Hoy -árboles tiernos desgajados-
un bracito sangrando, acusando,
una boca soñando el último columpio para el juego
confundida con el vidrio y la cal en el polvo sin latido...
Es la hora del crimen. Por mis venas
madres martirizadas confunden sus gemidos.
De "Isla en el sueño"
En "Tierra de secreta transparencia"
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