Desgajado el ciprés, rota la lira,
mal concertado el susto con el canto,
empiece el triste numen que me inspira
a dar tímida voz envuelta en llanto;
que mal entre congojas se respira,
que poco explica quien padece tanto;
pero si he de cantar, sea el tormento
el que sirva esta vez por instrumento.
Amaba yo a Petronio generoso
ufano de que fuese hermano mío,
miraba que a su genio belicoso
las Gracias asistían sin desvío,
no desdeñando al joven animoso
docta, canora, sonora Clío;
Gracias y Musas se unen a elevarle
y las Furias y Parca a derribarle.
Heredó de Cantabria el ardimiento,
imitó del Gran Noja las acciones,
advertido ilustró su entendimiento
tomando de Minerva las lecciones;
supo dar a su empleo cumplimiento,
supo también robar las aficiones
cuando el regio Napoles florido
brilló gallardo y se explicó entendido.
(...)
En "Poéticas. Antología de mujeres del siglo XVIII"
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